jueves, 1 de diciembre de 2016

Entre las ortigas



  La luz era matizada, vertida 
en deliciosas lonchas de frescor por la persiana 
desvencijada entre ramas que el tiempo deja colgadas
en las horas y los huecos vacíos de las ruinas.

  Siempre una pared sin techo o un techo sin aves.
Esa es la historia de las pisadas que gastaron los escalones
de mármol : doscientas mil urgencias pasadas, trescientos mil
estremecimientos en el aire o en la piel, Es difícil
contar los sentimientos , se van de las manos tan rápido
como las voces que quedan dando este sabor húmedo al aire.

  Que bello el cuerpo muerto de tus piedras,
como tu latido mana jugos verdosos
y óxidos vivos tus entrañas metálicas. Un par de gorriones, 
distraídos, picotean hormigas y larvas 
en las rendijas de tus goznes y cerraduras
momificadas en un último cierre , una última despedida 
sin mirar atrás, para no convertirse en estatua de sal.

  Sobre los pretiles rotos el violeta de la última hora de la noche
te amortaja silueteando la soledad elevada de los muros
y siento la ruina de la entraña bullir como volcanes inflados
o gorgojear la gárgola caída en el huerto
entre las ortigas y la rosa solitaria. 



Juan Delgado Martín-Prat

domingo, 25 de septiembre de 2016

Estremecimiento Azul




  La palabra andaba perdida sobre las lomas
hiriendo con el filo del silencio a la azucena.

  El campo ocre de piel temblorosa, amada brisa,
siembra aromas en mi memoria.
Estremecimiento azul y soles
perdidos en el ocaso de los días.

  Tus manos se van , como se van las abejas
multiplicadas por mil mieles
y por doscientos mil puntos amarillos
sobre el negro de la sombra.
Zumbido que hace saltar al llanto
- tu alegría ya salta sobre los tejados-

  Y te llora la humedad y te besan los ritmos
y el canto y el vuelo
y la desesperada ausencia de tu voz
retiene a la luna en la anochecida.

  El vuelo es cosa de las alas, o las almas
o del eco de mis pies chapoteando
en los arroyos de las lágrimas.

  La palabra andaba perdida sobre las lomas
hiriendo con el filo del silencio a la azucena. 
            
                          Juan Delgado Martín-Prat 

sábado, 27 de febrero de 2016

Cinco Cruces Alzadas



   
   Abre, noche, la luz morada de tu puerta.
En la profunda soledad de Su mirada
los huecos imposibles, la plenitud;
el calor de la llama, la soledad;
las espinas lacerantes, el beso;
la silueteada quietud del óxido,
el andar sosteniendo un abrazo.

   Tiempo muerto en la hora alta,
 reptando el caído llanto de la cera
 busca refugio entre los adoquines.

   Crujido de cuellos, como crujido de ramas,
brisa que quiebra cinco velos rasgados,
estremeces, cargada de jirones, las nucas:
mirada del pecho hundido
que se fue al rotundo golpe del llamador,
quilla de amor... ¡Qué surcos de dulce herida
dejaste en la arena de mi infancia!.

   Muere el lirio, es verdad,
pero asciende y renace en la saeta
para reposar de nuevo,
eco triunfante del sonido,
sobre el  liso oro del canasto.

   Su andar parado,
quieto en la hora alta.
Rostro al aire frío de la madrugada.
Manos que rasgan cinco cuerdas
templadas de agonías y lunas entrelazadas.

   Tibias golondrinas del dolor 
ocultas en el nido de Su abrazo.
Rumor de soledad que extraña 
y acoge al cirineo sin nombre
entre la duda de los naranjos
con breves súplicas de azahar.

    Sobre el lejano crujir de la madera
 Rotunda presencia hundida,
 naufragio de luz, noche,
 en tu oscura, profunda estancia.

   Cinco cruces alzadas
en la hora alta de tu madrugada.

Juan Delgado Martín-Prat Cuaresma 2016