En la niñez se vive acompañado de seres que habitan las nubes, los troncos rugosos, la tapia vieja al lado de la escuela...
Con los años perdemos la capacidad de verlos, de soñar con sus historias. En estas páginas intento volver a divertirme imaginando con los que aún habitan en los desconchones de la memoria.
Nudos que reclaman el derecho de las alas, Alas que reclaman la memoria de las hojas. Bajo el árbol los besos y las huellas. Un color para la espera. Sobre la infancia reflejos, Óxido azul de olvido, Azul de cobre que sus manos, rayadas De pasado, frotan con limón cortado. Y el alma se esponja en la espera Y los nudos se destensan. Vuelve el viento; Las hojas desperezan sus memorias; Piso y salto y vuelo con las alas Y hundo en los pozos la fragancia, La que llevamos todos, Bien guardada, como cometa De papel y caña. Quizás sea aire o tierra O huella o el reflejo de un eco En techo de agua. Gotas que ascienden Entre cuerdas desatadas.
el alma tiene perfiles de roca los azules declaman sus versos de reflejos los cristales revientan y la tarde muerde a los perros. Celajes de cruzadas incógnitas guardan la verdad. Tú llevas la tuya y vas dejando un reguero de pequeños recuerdos que serán pisoteados, barridos,asfaltados, adoquinados con la pesadez bronca del instante. En las manos quedará la visión ,ya desdibujada, de las llanuras de tu piel y en los huecos la calidez ,ya destemplada, de tu voz. Cuando bajan la calle tus pasos se descuelgan del cielo los jardines y las fuentes y las rosas. Entre los tejados cien equilibristas danzan tristes en sus cuerdas. Rectas son las calles, puntos de cruces las ciudades. Encerrado en un cofre de nácar y alabastro tu luz destinada a ser faro de tu sombra cuando bajan la calle tus pasos. Mana lenta el agua de las fuentes. Besan lánguidos mi cristal los pétalos de rosa cuando bajan la calle tus pasos.