Mira
los encuentros pálidos en la noche:
como las estrellas fugaces
siguen el rumbo equivocado para nosotros;
como las manos trastocan los asideros
confundidos aguijón y terciopelo
en la violeta oscuridad;
como la niebla parece lejana,
mas el tiempo del estío
acorta los pasos del gozo.
Mira
los encuentros pálidos en la noche moribunda:
como los reflejos de la última luna
se enredan en el ondulado mar de tu cabello;
como la luz incipiente del alba
rompe los hechizos y los malos sueños;
como soltamos nuestras manos,
ya sin temor apenas, para volar
rozando el tacto de los seres y las cosas.
Antes
que regresen
los encuentros pálidos en la noche:
desmontemos el mundo
para guardarlo en una caja
y tenerlo, allá ignorado, en el estante alto
del desván de nuestro tiempo.